Hoy traigo un juego que más que un juego, es una dura crítica al capitalismo. Pero no algo tan simple como una crítica para decir "que malo es el capitalismo y que buena es la anarquía", sino que está más enfocado a los sentimientos del típico oficinista, en sus motivaciones personales, en sus ganas de vivir y en el verdadero sentido de la vida.
Aviso que voy a destripar el juego por completo, así que recomiendo jugarlo antes. Aquí el link, completarlo no lleva más que unos 10 minutos.
La jugabilidad no es nada del otro mundo, tan simple como desplazarse con los botones de dirección, e interactuar con la barra espaciadora. Con este sencillo control y su absurda facilidad nos damos cuenta del objetivo de los programadores: retratar la vida real en un videojuego. En los videojuegos necesitamos reflejos, habilidad, rapidez, pensar y dedicación. En cambio, en la vida real, para cualquier "víctima del capitalismo" la vida es bien sencilla: levántate con el sonido del despertador, vístete, dale un beso a tu mujer, coge el coche, conduce hasta el trabajo, aguanta una bronca de tu jefe, trabaja y duerme. Mañana el día será igual. Y al siguiente. Y al otro. Y dentro de una semana. Y dentro de un mes. Y dentro de un año.
Si nos planteamos la jugabilidad tal y como nos la plantearíamos en la vida real, el juego nos transmite un mensaje bien claro y deprimente: todos los individuos atrapados en este sistema se visten igual, haciendo lo mismo todos los días, todos a la vez y para más inri, delante de un ordenador sin interactuar con nadie. Si quieres, puedes dirigirte a una azotea, en la que puedes acabar con toda esa mierda tirándote al vacío y acabando con tu vida. Pero la sorpresa llega al ver que el juego no acaba ahí, ya que vuelves otra vez a la mañana siguiente con la incómoda luz de tu despertador. Lo que ha pasado está claro: al sistema no le importa que te suicides, habrá otra persona que ocupe tu lugar en la oficina, la cual tendrá el mismo aspecto que tú y hará lo mismo que tú hacías.
Curiosa es la estética del juego, pues tiene en su mayoría escalas de grises, aunque tiene algún que otro color. Las cosas que tienen color son por lo general pequeñas cosas sin importancia que tienen la capacidad de hacernos sentir vivos, como la luz parpadeante de un despertador, los destellos de un televisor o una solitaria oja en un árbol otoñal. Son estas cosas las que nos empujaran a movernos e intentar darle un objetivo a la vida.
Si nos salimos del camino establecido, disfrutaremos mucho más de nuestro día. Si en lugar de dirigirte a tu coche y aguantar un atasco hasta el trabajo te vas al otro lado de la calle, verás a un vagabundo que te ofrece llevarte a un "sitio más tranquilo", un cementerio. Si paras tu coche en esa interminable autovía, podrás ir al campo, y verás una vaca. Su belleza tu dejará atónito, ya que hacía tiempo que no veías más que humanos. La acariciaras, y envidiaras la tranquilidad de su vida. También podrás hacer una locura e ir al trabajo en calzoncillos, aunque eso signifique tu despido te habrás divertido. Al final, incluso, podrás sentir armonía y belleza en la solitaria oja del árbol otoñal.
Podrás disfrutar de la vida, pero tendrá una pega: tu falta de trabajo ha echo que la empresa quebrara. Un día, habrá desaparecido el dinero y supuesta felicidad que salía de la empresa donde trabajabas. No te encontrarás a tu mujer en casa, ya que te ha abandonado "por tu falta de responsabilidad". Los atascos que tenías cuando ibas en coche ya no existen, ya que al no haber empresa nadie va a trabajar. La oficina está completamente desierta, lo que hace que dé aún más miedo que cuando había gente clónica delante de sus ordenadores. Pero lo peor aún está por llegar.
Cuando llegues a la azotea, verás a uno de tus antiguos compañeros lanzándose al vacío. Lo más probable es que la falta de trabajo le impida pagar ciertas responsabilidades, como puede ser la educación de sus hijos, la hipoteca o algún vicio como el alcohol. Por ello, y por la pérdida de humanidad que ha sufrido a base de tener un trabajo sedentario y repetitivo durante años, no ha encontrado otra solución que acabar con su vida.
El mensaje del juego es bien claro y deprimente: da igual lo que hagas, simplemente no puedes ganar.
Calidad artística ejemplar, música melancólica y repetitiva (como debe ser) y facilidad absurda en su control. Por su mensaje y por forma de calar al jugador, debería pasar a la historia junto a otras obras como Metrópolis, 1984, Un mundo feliz, Taxi Driver o El club de la lucha.
Nota: 10/10
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