Cuando comencé esta sección, tenía pensado que estubiera lleno de tower defense, ya que es el género con más éxito y mayor calidad en el mundillo de los juegos flash. Hoy hablaré de uno de los más exitosos, tanto que incluso tiene versión de pago: Kingdom Rush.
Por si alguien no lo sabe, explicaré el funcionamiento de los tower defense: tenemos uno o varios caminos, donde al final hay algo a lo que debemos proteger (normalmente una torre, de ahí el nombre del género). Aparecerán oleadas de enemigos, y para aplacarlos pondremos defensas, las cuales pueden variar desde ataques a distancia, melé, magia, relentizadores... Para definirlo de una manera rápida, se puede decir que es un juego de estrategia más rápido y sencillo.
Kingdom Rush es uno de los juegos más jugados de Kongregate (una de las páginas más populares de juegos flash), además de haber cosechado buenas ventas y críticas en su versión para iPhone. Sin duda, el secreto de su éxito radica en su sencillez, pues no es necesario ningún aburrido tutorial para aprender a jugar (aunque lo tiene).
Al contrario de muchos de los juegos de su misma calaña, solo hay 4 tipos de unidades: guerrero, arquero, mago y cañonero (no confundir con coche de los Simpson). Puede parecer poca cosa, pero cuando vemos su enorme repertorio de mejoras la cosa cambia.
Dentro de cada unidad hay varios tipos de transformación, la cual puede cambiar por completo el transcurso de la partida. Por ejemplo, no será lo mismo entrenar a un mago que teletransporte lejos de nuestros cristales a los monstruos que entrenar a un mago a invocar poderosos golems de piedra. O directamente podremos no entrenar a esos magos, podemos gastar nuestros recursos en reclutar soldados para que les mantengan ocupados para que nuestros magos les frien con su magia.
El diseño de las pantallas está perfectamente cuidado, algo muy importante en un tower defense. Las primeras pantallas serán simples caminitos con muchas esquinas que podremos usar para atizar a nuestros enemigos desde muchos ángulos, pero poco a poco cambiarán de manera que deberemos cambiar nuestra estrategia radicalmente. Si el trayecto de los enemigos es mucho más corto no nos servirá de nada tener flechas envenenadas, por ejemplo.
También hay algunas pantallas que tienen algo que las hace especiales: un cementerio del cual aparecen una oleada de esqueletos débiles pero muy numerosos, mojes que lanzarán una especie de kamekaha, enormes e impotentes golems de lava surgiendo de un volcán, cuevas por las que nuestros enemigos nos pueden sorprender, elfos que pelearán por ti por un módico precio... La constante renovación de elementos hace que la sensación de repetividad tan común en este género se esfume, y eso es muy de agradecer.
También hay que destacar la cantidad de enemigos diferentes que hay, que al igual que los escenarios, se renuevan constantemente. Al principio solo veremos unos sencillos orcos que caerán a las primeras de cambio, pero luego veremos lobos resistentes a la magia, señores del mal con mucha defensa física, arqueros tocapelotas, engendros voladores con una enorme velocidad... Ten cuidado, porque cuando pienses que tienes una buena estrategia, te saldrá un nuevo tipo de enemigo y deberás cambiarla. ¿Lo mejor de esto? Que no hay una única manera de vencerlos, sino que hay varias.
Destacar los enormes y espectaculares jefes finales, que por cierto suelen aparecer por sorpresa. Con ellos la estrategia es clara: usa todo lo que tengas contra ellos. Normalmente estos enfrentamientos suelen ser todo un despliegue de ataques, explosiones, magias y muerte. A destacar que aún con estas moles y con una gran cantidad de enemigos en pantalla nunca he visto ni una sola relentización.
Gráficamente no está nada mal, aunque tal vez necesita algo más de originalidad, ya que esos diseños cabezones y joviales de humanos y orcos los he visto un tritón de veces. Sonoramente es tal vez el único apartado donde falla, siendo su música repetitiva a más no poder. Por ello, a pesar de que jugablemente sea impecable, la nota es la siguiente:
Nota: 9/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario