A excepción de las sagas Guitar Hero y Rock Band, por lo general los videojuegos musicales no han tenido una gran repercusión en la crítica, ni mucho menos en ventas. En mi opinión, el gran fallo que suelen tener los desarrolladores de estos juegos es querer hacernos creer que somos nosotros los artífices de la música que oímos, en lugar de hacernos disfrutar con ella. Por decirlo de una manera un poco simple, nos quieren convertir en las estrellas del concierto, en lugar de hacernos parte del público.
Si lo que quieres es entretenerte, ¿para que quieres aprender a tocar con la guitarra de plástico de Guitar Hero? Al igual que muchas modas pasajeras, la mayoría de esas guitarras acababan en el fondo de un armario hasta el fin de los días. Requerían aprenderse de memoria los colores de los botones, acostumbrarte a su agarre y a la velocidad a la que salían las notas. Evidentemente no es ni de lejos tan difícil como tocar una guitarra de verdad, pero también tiene su complicación. Por no hablar de las baterías y teclados que salieron posteriormente en la saga Rock Band, los cuales prácticamente tenían un manejo igualito al de la realidad.
Muy pocos juegos he visto que de verdad te metan la música en el cuerpo. Uno de ellos es el legendario REZ, y el otro es el juego que hoy nos ocupa: Soundplay.
Su desarrollo en muy sencillo: tenemos a dos personajes de dos colores muy vivos, el azul celeste y el lila rosado, los cuales están unidos con una cuerda elástica por la cintura. Sonará una bonita música ambiental, y cuando uno salte, el otro se impulsará para quedar a su altura, acto que repetirán el máximo tiempo posible para moverse el mayor terreno posible. Aunque en apariencia parezca un juego de plataformas, en realidad vemos que el objetivo es bailar y sentirse unidos con la música.
Y ya está, eso es el juego. Tal vez pueda pecar de simple, corto, o incluso aburrido, pero el secreto es que no todos los videojuegos tienen porque tener variedad de situaciones. Soundplay nos hace bailar, nos hace ver la unión de dos almas, nos hace ver grande algo pequeño. La verdad, se hecha mucho de menos juegos como este, en los que nos adentramos en el mundo onírico en el que la música nos suele transportar.
Nota: 7/10
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