Cada cual tiene su historia de cabecera. Hay gente romanticona que tiene a Titanic como la mejor historia nunca contada, hay tipos duros que tienen a las películas de A todo gas como filosofía de vida, y hay rebeldes deseosos de que el sistema se desmorone como yo, que tenemos a 1984 de George Orwell como historia de cabecera.
El argumento del libro, dicho de una manera rápida, trata de un mundo donde
no hay crímenes, pero a costa de tener cámaras por todos lados. Y
cuando digo por todos lados, digo que ni en la calle, ni en el campo,
ni en tu casa, ni siquiera en el baño, te salvas de ser observado.
Y no solo eso, porque las cámaras están acompañadas de una
pantalla, la cual actuaría como una especie de televisión, con la
que difiere en que no puedes cambiar de canal. Y además, debes de
prestar atención a absolutamente todo lo que nos muestra. Si dicen
que tu país a ganado alguna guerra, debes alegrarte. Si te
ordenan a hacer gimnasia, debes hacerlo.
Y lo peor aún no es eso. Si te pillan por un ligero momento
dudando sobre tu gobierno, estás perdido. No sólo te matarán, sino
que eliminaran cualquier evidencia sobre tu existencia. Y si alguien
se atreve a recordarte, él también morirá.
Como podréis comprobar, es jodidamente exagerado. Y aunque dicho
de la manera en la que lo he contado pueda parecer poco creíble,
podéis estar seguros que acojona de lo real que es. El libro fue
publicado en 1949, y sorprende lo que se parece hoy en día en los
sistemas de gobierno de muchos países. Tal vez no en la violencia, pero si en el tema de la vigilancia.
Como ejemplo, en los países “desarrollados” la televisión
cumple una función muy importante en moldear la personalidad de la
persona. En Cuba, la figura de Fidel Castro en cierto modo es muy
parecida a la del Gran Hermano (no confundir con el programa de
televisión). En algunos países no aceptan a extranjeros. Y así
puedo poner muchos ejemplos.
El libro no solo tiene de bueno la excelente explicación de la
sociedad, sino que además tiene una narrativa bestial. Alguien como
yo, que no suelo leer mucho, me lo leí en un solo día. Y son casi
300 páginas, lo que demuestra la enorme maestría en la escritura.
Y por último, pero no menos importante, mencionar la enorme
complejidad de algunos capítulos. Notamos como el libro pasa de
estar muy entretenido a desear poder leer más rápido para saber que
pone en las siguientes páginas. No es el típico libro que te
aburre, más bien todo lo contrario.
Conclusión: Te hace reflexionar, te hace sumergirte en un mundo
excelentemente detallado, y además tiene un ritmo y una maestría
sublime. El mejor libro que he leído nunca.
Nota: 9’99/10
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