Llorar. Llorar mucho, para ser más exacto. Impactarse. Tristeza. Terrible, apocalíptico. Estremecerse. Sentirse afortunado con tu internet de poca velocidad y con tu desempleo indefinido. Pena. Desesperación. Todo esto y más es lo que se siente viendo 12 años de esclavitud, y a pesar de todo, lo último que se desea es que la maldita película se acabe. Es una de esas películas que pueden no gustarte por su premisa, por sus actores o por su ritmo, pero está tan bien hecha que es imposible echarle algo en cara.
La historia nos cuenta 12 años en la vida de Solomon, un hombre que vive una vida feliz en el Nueva York del siglo XIX, poco antes de la guerra civil americana. Solomon es un hombre de familia, con muchos amigos y con un gran talento con el violín, pero tiene una condición que en aquel momento era muy peligrosa: se trata de un hombre negro. A pesar de que es un hombre libre a todas las de la ley, unos negreros le raptan y le envían al sur del país.
Ya se han visto estas historias de esclavos en más de una película, como en la reciente Django desencadenado, pero estas historias siempre se mostraban desde la visión de negros que nacieron con la condición de esclavos. Aquí, en cambio, vemos como un hombre libre pasa a vivir este tipo de vida, y como su carácter amable antes del rapto cambia por completo.
El reparto es realmente genial: Paul Danno (al que vimos hace poco en Prisioneros en un papel muy difícil), Benedict Cumberbatch, Sarah Paulson, Brad Pitt (también es productor), Paul Giamatti... no solo vemos muchas caras conocidas, sino que además están muy bien, ya sea porque el director es bueno o porque están inspirados ante el potencial del guión, pero lo importante es que cumplen con nota. Por cierto, si podéis, miradla en versión original.
Entre este reparto destacan tres nombres: Lupita Nyong’o, la cual era completamente desconocida para mi y ha resultado ser toda una sorpresa, Chiwetel Ejiofor, el cual ya había visto en alguna película pero nunca me había llamado la atención en especial hasta el momento, y por supuesto, Michel Fassbender, el actor de moda, el cual esta enorme. Puede que su personaje sea un regalo para cualquier actor que tenga un nivel, pero no deja de ser destacable lo bien que hace de malo maloso.
En otros aspectos, como la banda sonora, también destaca para bien. Compuesta por el grandísimo Hans Zimmer, no destaca por tener algún tema en especial, sino por ambientar a la perfección, y por saber mantener silencios cuando es necesario. La fotografía es estupenda, ya que aunque la historia sea sumamente triste, lo que vemos en pantalla es muy bonito. Al fin y al cabo, las plantaciones de algodón engloban una buena parte del metraje.
El gran logro de la cinta, a pesar de que todo lo que he dicho anteriormente, es el guión. Ya no por tener una historia y un ritmo que mantiene la atención durante las más de dos horas de duración, sino por saber retratar la situación de la época: no todos los negreros tenían que ser unos desalmados, ni todos los blancos estadounidenses tenían porque ser racistas, aunque eso no quitara que hubiese más de un malnacido que se sintiera poderoso maltratando a los negros. No será alegre, pero que duda cabe que un retrato de aquella terrible época bien hecho es muy de agradecer.
Por si no ha quedado claro, 12 años de esclavitud es un jodido peliculón. Aunque aún es pronto para decir algo así, no veo descabellado que a principios del 2020 salgan listas con las mejores películas de la década con 12 años de esclavitud entre las más solicitadas. Esto pasará, y yo estaré aquí para recordar que lo vaticiné.
Nota: 9/10
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