jueves, 3 de julio de 2014

Crítica de serie - House of Cards


Si hay una cosa que nunca me ha gustado de las series de televisión es su forma de narrar historias: aunque los capítulos sigan una trama lineal y no sean auto-concluyentes, cada episodio tiene una trama con principio y final que suele tender a ser completamente innecesaria (la hija de Matsuda en la última temporada de Dexter, por ejemplo). Pero gracias al nuevo modelo de publicar todos lo episodios de golpe de la famosa productora Netflix (a ver si la traen de una vez de forma oficial a España, pardiez), este tipo de cosas ya no pasan, ya que no existe la necesidad de mostrar esas subtramas de mierda para que no nos olvidemos de los personajes secundarios.

Puede que parezca que lo que digo en este primer párrafo sea tontería, pero para nada es así. En una historia como ésta, en la que hay tantísimos personajes, se agradece que cada cual tenga los minutos que le corresponden a su importancia. ¿Qué durante 5 capítulos un personaje no aparece? No problemo, si no ha salido será por qué no hacía falta. ¿Qué de repente los protagonistas casi ni aparecen? No pasa nada, lo agradeceremos, ya que será lo que requerirá la historia.


House of Cards tiene una virtud que por desgracia tienen muy pocas series: saber medir el tiempo y la importancia de cada trama. Aunque por supuesto, esto no valdría de nada si no tuviera un buen guión, y como no podía ser de otra manera, me parece uno de los mejores guiones que se ha escrito nunca en el formato serie. ¿Alguna vez os hubieras imaginado que tramas del estilo "voy a hablar con unos cuantos congresistas para arañar un puñado de votos" fueran extremadamente entretenidas? Pues sí, House of Cards lo consigue, ya que las conversaciones tienen tal nivel de complejidad que es difícil no quedarse flipado ante tales majestuosidades, sobre todo las que protagoniza el personaje de Kevin Spacey.

El reparto, por cierto, tiene un nivel espectacular. Empezando por el anteriormente mencionado Kevin Spacey (ganador de 2 Oscars, recordemos), y seguido por Robin Wright (la preciosa fémina en apuros de La princesa prometida), se completa con una plantilla repleta de caras reconocibles como Kate Mara (se le da mucho protagonismo al principio y consigue darle la replica a Kevin Spacey, ojocuidao), Michael Kelly, Sandrine Holt, Reg E. Cathey, Corey Stoll...

GENIALES los momentos en los que Kevin Spacey cruza la cuarta pared.
Que no se me confunda, no estoy destacando que el reparto sea conocido (que también), si no que destaco que absolutamente todos muestran su mejor nivel actoral. ¿Como se consigue esto? Con un trabajo de dirección ejemplar. ¿Fotografía? Excelente, ver esta serie en otro formato que no sea HD debería estar penado por la ley. ¿Música? Muy bien encajada con las imágenes, y nunca se hace cargante. ¿Montaje? Muy bueno, algo que tiene mérito teniendo en cuenta la cantidad de cosas que pasan a la vez.

Esto no es raro si vemos los directores: empezando por su principal responsable David Fincher (El club de la lucha, Seven, Zodiac, La red social...), le siguen otros directores veteranos como Joel Schumacher (Un día de furia, Número 23), Jodie Foster (además de ser una grandísima actriz, ha dirigido El castor), James Foley (Hannibal), Allen Coulter (Los Soprano), y otros que no conozco pero aún así tienen una más que dilatada carrera tanto en televisión como en el cine.


A pesar de todas mi alabanzas, no me parece la serie perfecta, más que nada porque aunque la primera temporada es notable, no llega a la excelencia en ningún momento. La segunda, en cambio, tiene un ritmo y una intensidad maravillosas, culminando en unos últimos segundos simplemente majestuosos. Por ello, para hacer media, ahora mismo no le pondré una puntuación especialmente elevada, pero si la tercera (y se supone que última) temporada mantiene ese nivel, me temo que se acercará a la puntuación máxima.

Nota: 8'9/10

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